Una multitudinaria manifestación por las calles porteñas dejó en claro que el movimiento estudiantil sigue en pie.
Mientras el presidente chileno, Sebastián Piñera, aseguraba con total desparpajo ante la ONU que su gobierno comparte las demandas de los estudiantes chilenos, en Valparaíso y las principales ciudades del país, los descontentos con las políticas imperantes en Chile alzaban su voz y se volcaban en masa a las calles para dejar en claro que la supuesta pérdida de fuerzas no es tal.
Y es que durante las semanas previas, desde el bloque oficialista aseguraban que el movimiento estudiantil ha sufrido un desgaste, debido a que en las dos marchas anteriores el nivel de convocatoria había bajado ostensiblemente. Sin embargo, bastó que las Fiestas Patrias y la terrible tragedia aérea en el archipiélago de Juan Fernández quedaran atrás, para volver con más fuerza a las calles.
Apoyo transversal
En el único país de Latinoamérica donde no existe una sola universidad pública gratuita y donde los aranceles universitarios son de los más onerosos a nivel mundial, ya no son sólo los estudiantes quienes se manifiestan contra el sistema, sino que desde variados sectores de la sociedad surge el apoyo a esta “causa noble, grande y hermosa, como es dar una educación de calidad”, según las palabras del propio Piñera ante las Naciones Unidas (aunque vale precisar que habló de calidad, nunca de gratuidad).
De este modo, en las calles de Valparaíso se vieron lienzos no sólo de todas las universidades y numerosos colegios, sino de trabajadores de la salud, Gendarmería, organizaciones ciudadanas, empleados fiscales, portuarios, jubilados, entre otros. Así por ejemplo, la representante de la Central Unitaria de Jubilados, Pensionados y Montepiadas de Chile, Cupemchi, Elena Jordán, aseguró que “el movimiento no está decayendo, al contrario, está muy prendido, cada vez cuenta con más apoyo de la ciudadanía y todos estamos en la lucha con ellos, porque este ya no es sólo un movimiento de los estudiantes, sino que se ha convertido en un movimiento transversal, es un movimiento ciudadano. Los niños están en una lucha justa, para que se eduquen tal cual como lo hicimos nosotros, con una educación laica, de calidad y gratuita”. Precisamente este último es uno de los puntos más controversiales, ya que el propio Presidente de la República ha dejado en claro que “nada es gratis en la vida y alguien tiene que pagar”.
Más allá de la educación, el malestar social ha sumado voces desde los más diversos ámbitos. La secretaria de la Agrupación de Usuarios de Ascensores (típico medio de transporte porteño, hoy en agonía), Natalia Vásquez, explicó la presencia de su colectividad en la marcha argumentando que “los servicios básicos deben estar asegurados para toda la población. Los ascensores fueron administrados mucho tiempo por los privados y finalmente los cerraron por no ser rentables. Esto demuestra que esta manera de pensar debe terminar, porque finalmente la ciudadanía es la perjudicada, entonces simpatizamos con el tema de la educación porque pensamos que el Estado debe asumir ciertas responsabilidades con la ciudadanía”.
Los principales afectados
Sin duda, los que llevan la bandera de esta lucha son los universitarios, y uno de sus voceros a nivel nacional, el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Valparaíso, Sebastián Farfán, fue enfático al señalar que la inmensa cantidad de gente que se volcó a las calles a manifestar su descontento es “una demostración cabal de que el movimiento no ha perdido fuerza, sino que estamos en el peak de la movilización. Hoy tuvimos cerca de 50 mil personas en Valparaíso, más de 100 mil en Santiago y cientos de miles a lo largo de todo Chile. Superamos nuestros propios récords de convocatoria y eso quiere decir que este movimiento está más fuerte que nunca y que el Gobierno tiene que decidirse de una vez por todas a escuchar a las amplias mayorías de este pueblo, porque si no lo hace, tendrá que asumir la responsabilidad de todo lo que ocurra en adelante”.
En tanto, la presidenta del Colegio de Profesores, Comunal Quilpué, Marilyn Abado, aseguró que “esto demuestra que el movimiento sigue con fuerza. La cantidad de gente en las calles es enorme, por lo tanto el gobierno va a tener que entrar a pensar y meditar en finalizar con el lucro en la educación”, otro de los puntos conflictivos, como lo ha hecho saber elpresidente de Renovación Nacional, partido en el que milita el mandatario, señalando que el lucro es legítimo en todas las esferas de la vida.
Dispuestos a perder el año
Ajenos a estas contradicciones, los estudiantes, que completaron cuatro meses en tomas y paros y que ese día jueves 22 de septiembre concretaron la marcha número 35, siguen firmes en sus demandas y anuncian nuevas movilizaciones. “El desafío inmediato es impedir que el gobierno quite los recursos a las universidades estatales, como lo ha anunciado, porque entrarían en una crisis gigante. El gobierno quiere dialogar, pero con este tipo de presiones es inaceptable, por eso invitamos formalmente al gobierno, al ministro Chadwick, a que reconsideren esta medida, para que efectivamente podamos avanzar en este conflicto, y si el gobierno no quiere, serán los culpables de lo que está pasando en el país. Si es preciso perder el año, es un costo que vamos a asumir”, lanzó Farfán, finalizando con una convocatoria “a todas estas fuerzas a otra gran movilización para el próximo jueves 29 de septiembre. Si el gobierno no quiere entender e insiste en mantenerse en su postura intransigente, nosotros lo lamentamos, pero hoy día creemos que estamos velando por el futuro de Chile y por eso es la lucha que estamos dando en las calles”.
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