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jueves, 13 de octubre de 2011

La trampa del voto voluntario


La discusión en torno al voto voluntario se ha vuelto pan de cada día en la discusión política de nuestro país. Cada persona mantiene una posición política al respecto y seguramente este tema cada vez que se toca en una tertulia, se hace a raíz del sistema electoral chileno.
El 18 de marzo de 2009 ingresó al Senado el proyecto de ley que regula el sufragio voluntario y el voto de los chilenos en el extranjero. En lo medular, el proyecto señala la voluntariedad del voto y que los ciudadanos de manera automática y por el solo ministerio de la ley integren los registros electorales sin necesidad de concurrir a inscribirse por sí mismo.
Lo que en apariencia parece ser una defensa cerrada de nuestros legisladores por el bien jurídico y el valor de la libertad, esconde una trampa que puede tener nefastas consecuencias para el sistema democrático. En la presente entrada haremos una argumentación a favor de la obligatoriedad del voto.
Con el advenimiento del plebiscito de 1988, el régimen militar, en una estrategia política concebida para perpetuarse en el poder y ganar las elecciones, ordena la creación de registros electorales. Allí quienes deseaban ejercer el derecho de sufragio debían inscribirse. Una vez realizado el trámite eran aptos para votar y se imponía la obligatoriedad del voto. ¿En qué beneficiaba esto al régimen militar? Estos partían del supuesto que sus simpatizantes se inscribirían de inmediato, en tanto, que los de la franja color arcoíris debían hacer una campaña para movilizar y motivar a sus simpatizantes a hacer lo mismo. Estaba bien planeado, pero sus cálculos fallaron.
Ahora bien, un lugar común de argumentación a favor del voto voluntario es cuando decimos que el voto es un derecho y no debe ser concebido como un deber. Y qué bien suena en una sociedad que exacerba los derechos por sobre los deberes. Desde esta lógica es posible cuestionar la perspectiva del voto como un deber, entonces también es posible hacerlo sobre otras cargas civiles, como el servicio militar que los jóvenes deben hacer de forma o el pago de las contribuciones. Alguien me dirá que las contribuciones tienen un fin práctico y necesario, quien diga eso subestima el valor democracia y el voto como herramienta esencial e indispensable de la misma. Quien insiste que el voto debe ser voluntario porque es un derecho y no un deber, no se hace cargo de las consecuencias negativas de esta percepción.
Chile es un país cuya participación política ha ido en notable baja. Hay cerca de 4 millones de chilenos que, teniendo la edad suficiente para sufragar, no lo han hecho y no están inscritos en los registros electorales. Nada hace pensar que la omisión de un trámite fomente la participación, en un país donde la confianza en las instituciones se ha perdido y la confianza interpersonal es una de las más bajas del mundo occidental.Los 40 mil nuevos inscritos en el año 2011 se deben a la contingencia estudiantil.
Por otra parte aquí ocurre una peligrosa distorsión: la desigualdad política. El voto voluntario es viable entre individuos con buena educación y con alto interés en el quehacer político. En otras palabras, entre los sectores con más dinero. Contrario sensu, podemos decir que desincentiva la participación entre los sectores más vulnerables, que no tienen interés en la política y –cómo no –en los más jóvenes.
Es pertinente señalar también, que el voto voluntario favorece al candidato que tiene más dinero. ¿Por qué? Porque aquel candidato que tiene más dinero para hacer campaña, tiene más posibilidades de convencer al elector de que concurra y vote por él, no así aquel candidato que no cuenta con los recursos para generar un alto impacto en la población electora. Ello hace más fuerte la dependencia y subordinación de la política al dinero. ¡Y si no me cree, vea a quién tenemos como Presidente!
La experiencia internacional nos indica que el fin del voto obligatorio ha traído efectos negativos en la participación política. En Venezuela se aplica y del 82% de participación en 1988 cae estrepitosamente a un 52% en 1998.
En suma, queremos instar a analizar de manera más crítica la moción parlamentaria que por estos días se discute de cara a las elecciones municipales de 2012 sobre el voto voluntario, como un alternativa al sistema electoral y queremos reafirmar que Chile necesita incentivar la participación política e igualar no solo en las aulas sino también en las urnas.

http://www.elquintopoder.cl/fdd/web/medio-ambiente/opinion/-/blogs/la-trampa-del-voto-voluntario

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