Miércoles 19 de octubre de 2011| por Carlos Ernesto Sánchez
Se argumenta que la voz del pueblo es la voz de Dios. Viajando en taxi, hace unos días, el chofer –bastante locuaz- comentaba que los males que afectan a Chile tienen su origen en los políticos que no hacen nada y llenan sus bolsillos de dinero. El chofer, hombre de unos 50 años, decía no comprender con qué dinero viajaban los dirigentes del movimiento estudiantil que tiene paralizado a vastos sectores de alumnos tanto secundarios como universitarios.
Los dirigentes estudiantiles realizaron una gira que los llevó a Europa donde se reunieron con sindicalistas, políticos e intelectuales.
En la lógica del chofer de taxi, resultaba incomprensible que estos jóvenes, que representan a otros que no tienen ni siquiera para el Transantiago, viajaran, asumiendo costos que no todo mortal chileno puede realizar.
Las encuestas han dicho una y otra vez su palabra: la clase política y dirigencial está desprestigiada y, para el común de los mortales, no son actores creíbles.
Hace unos meses, el presidente de la Cut fue cuestionado por opíparo almuerzo que compartió con sus acompañantes en un restaurant de Valparaíso. Cheque por medio el escándalo fue un golpe para el simple trabajador que aporta a la multisindical, y no puede darse esos costosos placeres.
La gente sencilla intuye que algo pasa, que la prédica de ideales está bien resguardada con suculenta billetera, que llama atención porque no se conoce horario, empresa, cargo o labor que desarrolla el dirigente. Sin trabajo conocido.
Ante cada llamado a protestar, los muros de las calles son inundados de carteles de buena calidad, que tienen alto costo de impresión. La pregunta es quién financia estos impresos, de dónde provienen los dineros, cuánto se gasta en estas publicidades.
Si alguna ONG o privado financia estos carteles que llaman a las protestas, la consulta es qué motiva financiar estas actividades.
No digo que las causas de las protestas sean legítimas o no. Lo que llama la atención es quién está financieramente detrás de estas acciones. Nadie puede negar que en el tema hay poca transparencia. No sólo en torno al movimiento estudiantil.
Llama la atención que en Ahumada esquina Huérfanos un grupo de ciudadanos se instale todos los días a horario completo a requerir firmas para cuanta causa esté en la agenda. Estos activistas no creo sean voluntarios a tiempo completo y todos los días. Alguien debe cancelar su trabajo de recolector de firmas. ¿O detrás de cada firma que entregamos está la comercialización de bases de datos?
Siguiendo la lógica del taxista, me pregunto, quién financia a los presidentes de los partidos políticos que no están en el gobierno y que no son congresistas –los oficialistas son nominados en directorios-. ¿De qué viven y cómo obtienen recursos aquellos que todas sus horas las dedican al activismo partidario?
Creo que transparentar y responder las preguntas que se hace la gran mayoría de ciudadanos es devolver credibilidad al trabajo político.
Ahora, si argumentan que se viaja y financian a dirigentes con aportes del extranjero o de privados, el tema se pone complicado, porque puede servir para crear y mantener conflictos que a todos nos afectan, pero que trae ganancias para quienes los dirigen y mantienen.
Si bien comparto plenamente los motivos que originaron las movilizaciones estudiantiles, hoy no comparto la internalización de este conflicto. No estoy de acuerdo con salir al extranjero a explicar o pedir apoyo a favor del conflicto.
Es hora de la consecuencia. Dejar en el pasado a los profesionales de la política y de la dirigencia sindical, que desde oficina, sin dar pasos en la fábrica o industria, hacen carrera bien remunerada a nombre de trabajadores o miembros de la organización.
Conocí hace años en Concepción un sindicato forestal, creado a imagen y semejanza de sus dirigentes. Una organización de fachada para mantener dirigentes funcionales al Partido al que pertenecían.
Hoy demasiados han asumido que el fin justifica los medios. Parece ser la hora de los dirigentes sociales que hacen carrera en el rubro, y de políticos que con verbo encendido financian sus días.
Como dijo el taxista, algo no huele bien.
Comentario destacado de la nota Fuente:
Nicolás Sepúlveda Ballesteros · Melipilla, ChileA ver a ver a ver señor columnista... sólo hablaré del asunto de los estudiantes, pero en todas partes hay cabros tarreando pidiendo algunas monedas y harta gente (me incluyo) les damos algo. Segundo, ha sido público que algún par de sindicatos han hecho donaciones a la Confech (un sindicato minero donó unos 10 millones, se está viendo en qué gastarlos, donde entra prescisamente los cartelitos que usted menciona, entre otros). Hay tanta organización social apoyando que apoyo monetario no va a faltar para este tipo de causas.
Y sobre el viaje a Europa, fue financiado con uno de los actores que invitaron a los dirigentes, que es el Instituto Internacional de Investigación Política de Civilización (IIRPC), que financió el viaje y estadía de los cabros... y si el gobierno no es capaz de dar respuesta, bueno, bienvenida sea la presión y consejo de otras partes (tanto la ONU como la OCDE han reiterado que la cosa en Chile no está bien, y hasta los perros del FMI han sugerido una reforma tributaria para financiar gastos sociales... y no digamos que estas organizaciones son marxista-leninistas...)
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