- MARÍA TERESA ROJAS
- Académica Facultad de Educación, Universidad Alberto Hurtado.
En estas últimas semanas hemos asistido a un nuevo intento de la administración educacional por imponer una visión de la historia reciente de Chile a través del currículum nacional. Hace unas semanas se generó una discusión pública frente a la propuesta del MINEDUC de remplazar la noción de “dictadura” por la de “régimen militar” en el currículum de ciencias sociales de 6º básico.
La noticia estuvo en la prensa algunos días y luego, como siempre, se buscó una solución a puertas cerradas. Así, el 26 de enero, se comunicó la nueva resolución del Consejo Nacional de Educación (CNED). De ahora en adelante, uno de los objetivos del currículum de 6º básico apuntará a comparar distintas visiones sobre el quiebre de la democracia en Chile, el régimen miliar o dictadura y el proceso de recuperación de la democracia…” Es decir, para que todo el mundo quede conforme, el Estado propone que hablar de “régimen militar” o “dictadura” da lo mismo. Lo que a simple vista parece una frase neutra, pues otorga más palabras para hablar de un mismo período, expresa claramente la racionalidad que se esconde detrás de muchas decisiones educativas.
Este es un acuerdo que se sostiene en una institucionalidad en crisis, sin representatividad ciudadana y que usa el currículum nacional, -un poderoso instrumento de transmisión de la cultura oficial-, para legitimar que la dictadura que vivó Chile es una cuestión de puntos de vista. Lamentable.
La historia tiene múltiples lecturas, que duda cabe, pero hemos confundido el legítimo derecho a disentir sobre las explicaciones que le atribuimos al pasado, con el intento eufemístico de llamarrégimen militar a un gobierno que se impuso por la fuerza y que violó sistemáticamente los derechos humanos. Que un grupo minoritario de chilenos considere que los 17 años de Pinochet representan al mejor gobierno de la historia, no significa que juguemos al empate con los términos y las palabras. Las dictaduras existen y Chile tuvo una. Se podrá debatir su nivel de apoyo, sus fundamentos ideológicos o su impacto económico, pero fue una dictadura.
El intento del MINEDUC, respaldado por el CNED, por igualar las nociones de régimen militar y dictadura no es en lo absoluto ingenuo. Es cierto que distintos textos y materiales curriculares utilizan las nociones de “gobierno militar”, “régimen” o “dictadura” como si fueran sinónimos, pero ello no justifica que el Estado patrocine una iniciativa que relativiza la denominación de “dictadura”. Tampoco es creíble que la explicación esté en entregarle más terminología al profesor para promover debates al interior del aula. Los alumnos pueden debatir y construir sus propias interpretaciones sobre la historia reciente, sin que ello signifique relativizar que los gobiernos que llegan al poder vía golpes de Estado y que violan los derechos más fundamentales de las personas son gobiernos dictatoriales.
Esta decisión del MINEDUC y del CNED nos recuerda que las diferencias políticas se zanjan por la vía del empate o del consenso aparente. Es decir, a la manera de la democracia chilena. No hay discusión pública, un grupo de “expertos” toma decisiones en nombre de todos los chilenos y se pasan por alto las intencionalidades ideológicas de los cambios propuestos, como si reparar en ellas estuviera pasado de moda. Este es un acuerdo que se sostiene en una institucionalidad en crisis, sin representatividad ciudadana y que usa el currículum nacional, —un poderoso instrumento de transmisión de la cultura oficial—, para legitimar que la dictadura que vivó Chile es una cuestión de puntos de vista. Lamentable.
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