El día 11 de Agosto recibimos una andanada de “nuevas reflexiones” desde la trinchera del lucro y del sistema de colegios y universidades privadas, es decir, de los que construyeron este modelo de educación del peor de los mundos: educación cara y mala.
Brunner, siempre posando de inteligente, académico con ginetas y background, no puede ocultar ya su enojo con el mundo estudiantil. Estos “cabr@s tontos” l’están rayando la pintura, l’están meando el asado y ensuciando sus documentos plagados de letras que en una perfecta armonía wagneriana dieron justificación, legitimidad y racionalidad al bárbaro sistema educacional que hoy impera y que él contribuyera a instalar. No se ahorró descalificaciones, los acusó de haber entrado “en una fase de enorme intransigencia”, planteando contenidos “algunos que no son realizables y que no son convenientes de realizar”, además de que al cuestionar la legitimidad representativa del Parlamento y del Ejecutivo, “el movimiento estudiantil se aparta de su propia tradición democrática”.
También se permitió sostener que el movimiento se debilitará si sigue el “infantilismo revolucionario”. No dejó para nada bueno al movimiento estudiantil. Lo irritante de sus planteamientos es que Brunner con esto demuestra la gran sintonía que tiene con la Constitución antidemocrática de Pinochet-Lagos. Es al menos una cruel ironía que se acuse a los estudiantes de antidemocráticos porque cuestionan una constitución antidemocrática. Es la perversión del lenguaje y la razón. Bien se puede leer en un grabado de Goya «El sueño de la razón produce monstruos». No menos odioso es desacreditar como infantilismo la propuesta de hacer cambios significativos y estructurales. Para Brunner sólo es posible hacer cambios cosméticos. El problema de la educación chilena es profundo y estructural, es de esencia y contenido. El único maquillaje posible que admite es el que se le hace a los muertos en el día de su entierro. No puedo evitar recordar el canto de Zitarrosa: “el que no cambia todo, no cambia nada”.
El que estuvo más acertado fue el Presidente Piñera. Me sorprendió gratamente –sólo al principio- cuando declaró que “nada es gratis en esta vida, alguien lo tiene que pagar”. Más tarde, ensucia su excepcional toma de conciencia declarando “Si le damos educación gratuita al 10% más favorecido de nuestra sociedad, lo que estaríamos haciendo es que el total de la sociedad, incluyendo los más pobres, con sus impuestos estarían financiando la educación de los más afortunados”. En esto se hermanó con Brunner tan nítidamente que no parece que este último haya sido –perdón por la vulgaridad pero se justifica- un “upeliento” allendista e ideólogo de los “ruadical maipus” (me refiero al MAPU, disculpen my bad English) que no eran un grupo de rock, sino una célula de políticos muy ubicuos que entonces hacían alarde de sus convicciones marxistas y hoy de su adhesión al más salvaje de todos los capitalismos: el modelo chileno.
Han confundido mucho las cosas con esto de la gratuidad de la educación. Por más que algunos tratemos de ponerlas en su lugar para que tengan una forma y una lectura clara, ahí vienen de nuevo con sus sofismas y frases llenas de verdades a medias. Creo que hemos repetido hasta el cansancio y hartazgo, lo que recién viene a ser evidente para el presidente, haciéndolo una frase de su cosecha “nada es gratis en la vida”. Sebastián, eso siempre ha sido así, es obvio ¿cómo tan perdido presidente? Es por ello que hemos repetido a lo largo y ancho de Chile que acá la discusión no es entre educación pagada versus educación gratuita, sino que, entre dos modelos de financiamiento: el modelo privado pagado con aranceles versus el modelo público pagado con impuestos.
Lo anterior, porque nunca la educación ha sido gratuita y siempre alguien la paga y cuando Piñera hace referencia al tema de los impuestos, nos está dando la razón a quienes vinculamos la reforma tributaria con la reforma educacional. El presidente tiene razón al sostener que no pueden los pobres pagar la educación de los más ricos. Hoy en día eso es matemáticamente correcto, puesto que el sistema tributario chileno está sostenido sobre el impuesto al trabajo y el IVA. Éste último contribuye con el 50% del presupuesto y recae fuertemente sobre el ingreso de los más desfavorecidos, dado que éstos gastan todo su ingreso en consumo afecto a este impuesto, mientras los más ricos, gran parte de su ingreso lo ahorran y no se les carga con el IVA. Además, las mineras no aportan mucho pues se llevan prácticamente todo el excedente productivo que generan, y las empresas en Chile tienen la posibilidad de descontar los impuestos que pagan, ya que utilizan un sinnúmero de mecanismos para evadir los impuestos que deben pagar.
En cierto sentido Piñera se acusa o acusa al sistema tributario cuando hace semejante afirmación y, al mismo tiempo, es una forma de negar la necesaria reforma tributaria que evitaría que sus palabras no sean correctas. Felipe Larrain le dio posteriormente el portazo a la reforma tributaria. El llamado “dueño de la billetera fiscal” habló con autoridad “no necesitamos un aumento de impuestos para financiar la reforma educacional, los programas sociales ni las políticas sociales que está impulsando este gobierno”.
Dos cosas sugieren todos estos acontecimientos. Primero, la reforma tributaria es necesaria para financiar la educación puesto que se requieren más recursos, los que ascienden a 7 mil millones de dólares anuales y no 4 mil millones en 5 años. Estos recursos no pueden venir del sistema tributario actual, dado que es totalmente desigual. Se requiere que baje el IVA considerablemente y que productos de primera necesidad estén exentos de este maldito impuesto, que las empresas empiecen de verdad a pagar impuestos eliminando las triquiñuelas que tienen para evitarlo, que las mineras contribuyan con incrementos considerables de sus aportes al royalty, que suban los impuestos de quienes tienen ingresos altos y que aumente la exención de los que tienen menos.
De esta manera, la mal llamada educación gratuita –financiada con impuestos- sería, contrariamente a lo que Piñera dice, no un subsidio de los pobres a los ricos, sino al revés, un subsidio de los ricos a los pobres, como debería ser en una sociedad bien ordenada. Así las cosas, cuando los más ricos pagan impuestos en concordancia con sus ingresos, no sólo financian la educación de sus hijos, sino también contribuyen a financiar la de aquellos que no pueden hacerlo y que por sus bajos ingresos están exentos de pagar impuestos. En este contexto, serían los más pobres quienes tendrían educación gratuita verdaderamente. Si los sectores acomodados pagarán altos impuestos, no sería en nada inconsistente que el Estado les diera la oportunidad de acceder a universidades “gratuitas”. Sería de toda justicia.
En segundo lugar, resulta repugnante la actitud de Brunner, Piñera y Felipe Larrain. Yo no sé por donde se pasan la soberanía popular. En realidad sí lo sé. Qué entienden por el ejercicio de la autoridad en un contexto democrático? No saben acaso que en una sociedad bien moderna, el poder reside en el pueblo? Cómo pueden, entonces, llevar tantos años soslayando esa máxima? La Constitución de Pinochet –legitimada con la firma de Ricardo Lagos y sus ministros- fue impuesta, nunca ha sido refrendada por el pueblo chileno y, en consecuencia, todas las autoridades son ilegítimas, han sido elegidas bajo un orden antidemocrático y un sistema electoral perverso que no tiene nada de representativo.
Es irritante, en el contexto de la legitimidad de la soberanía popular, que el señor Larraín y Piñera se nieguen a una reforma tributaria, no son ellos los mandantes, son los mandatarios, es decir, quienes deben ejecutar la voluntad popular y hoy, el pueblo de Chile quiere reforma tributaria y educación pública. No le corresponde a un ministro de Hacienda más que usar sus conocimientos para buscar la mejor forma de ejecutar la voluntad popular. Acá no se está pidiendo educación gratuita, se está pidiendo que con los impuestos que pagamos y los recursos que nos pertenecen, como el cobre, se financie la educación. ¿En el nombre de qué principio democrático se prefiere, en Chile, gastar 10 veces más en armamento que en educación superior? Por que sí está bien que los impuestos se usen para subsidiar muchísimo más a los militares y no a los estudiantes?
Un mecanismo muy típico de la disfuncionalidad psicológica que afecta a tantos, es proyectar en otros, es decir, imputarle a terceros, sus propios problemas. El gobierno y sus intelectuales orgánicos –como Brunner- se han empeñado contra toda evidencia, estudio y razón, en sostener un modelo educacional que niega el derecho a la educación, pues de pésima calidad y la más cara del mundo. Que no es suficiente la evidencia de que está sustentada en un endeudamiento absurdo, peligroso, impagable y descomunal? Qué más quieren como evidencia? suicidios colectivos, quemas a lo bonzo? montoneras guerrilleras? Solo la ceguera contumaz, apañada por la ambición del lucro y la exagerada subordinación a una ideología nos puede explicar la intransigencia del gobierno.
Son pocos los caminos que dejan libres para avanzar, cuando adhieren fervorosamente a la ideología que idolatra el lucro. No hay peor mundo ese en el que los poderosos están imbricados en la trilogía nefasta del lucro, la ideología y la religión.
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