En momentos en que Sebastián Piñera declaraba ante la Asamblea General de Naciones Unidas que las manifestaciones responden a “una causa noble, grande, hermosa, como es dar una educación de calidad”, llegaban hasta el Hospital Van Buren de Valparaíso un fotógrafo y una estudiante heridos en sus cabezas por bombas lacrimógenas, tras participar precisamente de una marcha por la educación.
Cristian Opazo, fotógrafo independiente, estaba afuera de la Universidad Católica en calle Brasil. “Estaba parado en una esquina, de repente doy un paso hacia adelante y me pega de golpe una lacrimógena directa de Carabineros. Andaba con lentes, por eso no me cagó el ojo”, relató el gráfico, quien debió acudir al centro hospitalario para ser tratado.
Por su parte, Natalia Garay Valdés, de 21 años, estudiante de Educación Parvularia de la UPLA, se encontraba en Uruguay con Brasil cuando recibió el impacto. Su amiga América, quien la debió llevar al mismo hospital, nos contó lo que ocurrió: “Estábamos paradas al lado de un puesto de frutas. Llegaron los pacos con elguanaco y el zorrillo y empezaron a disparar. Tiraron caleta de lacrimógenas -y no al suelo- y una de esas le rebotó a la Natalia en la cabeza, y como sangraba mucho la trajimos al Van Buren”.
ciudadinvisible.cl fue testigo de cómo el uniformado que dirigía el operativo en el sector de avenida Errázuriz (solo a la derecha de la foto) disparó al menos en una ocasión al cuerpo a un grupo de manifestantes. Los dos afectados se acercaron a la Comisión Ética contra la Tortura para analizar los pasos legales a seguir.
Durante la jornada también se registró otro hecho de violencia policial contra manifestantes, cuando en avenida Brasil, en las cercanías del Mercado, un adolescente fue subido a un zorrillo y golpeado brutalmente por un grupo del al menos 5 integrantes de Fuerzas Especiales. Patricia, habitante del edificio frente al que se realizó la golpiza, salió e intentó defenderlo, pero no pudo conseguirlo. Entre llantos nos relató lo que vivió.
“Lo golpearon, lo apalearon, no se los pude quitar, y le seguían pegando, no tenía más de 16 años. Uno de los carabineros era de apellidoGonzález y el otro Jara, me trataron de vieja culiá, me insultaron cuando yo les dije que sólo era un niño y le seguían pegando y le seguían pegando y le seguían pegando, y yo no se los pude quitar y esa es la impotencia que tengo. Por eso grité para que llegaran a sacarle fotos, porque la espalda la tenía roja”, contó Patricia.
Cuando el sol comenzaba a esconderse, aún Carabineros seguía reprimiendo en las calles de Valparaíso.
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