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jueves, 22 de septiembre de 2011

Los estudiantes chilenos recuperan las calles con una masiva protesta

Unas 180.000 personas, según dirigentes del movimiento, piden condiciones para dialogar con el Gobierno


Los estudiantes chilenos reanudan su protestaEl movimiento estudiantil de Chile ha salido nuevamente hoy a manifestarse de forma masiva en las calles, en una demostraciónde que aún gozan de respaldo. La protesta se produjo en medio de peticiones para dialogar con el Ejecutivo en demanda de cambios de fondo a la educación, y para que no se cumpla la advertencia del presidente Sebastián Piñera, de que 70.000 alumnos de enseñanza media repetirán el curso.



En la capital, unos 180.000 estudiantes y profesores, según los dirigentes del movimiento, marcharon desde la Universidad de Santiago hasta el Parque Almagro, en un trayecto acordado con el Gobierno, y en varias ciudades ocurrieron movilizaciones paralelas en las que participaron otras 17.000 personas.
"Hemos recuperado las calles, no para destruirlas, sino para construir algo nuevo", afirmó Camila Vallejo, líder de los universitarios. "No hay ningún desgaste del movimiento", aseguró el presidente del gremio de los profesores, Jorge Gajardo. El mensaje de los jóvenes al Gobierno fue que seguirán con sus movilizaciones aunque haya diálogo con La Moneda. Durante la marcha en Santiago no hubo incidentes y solo al culminar esta en un acto, grupos pequeños de manifestantes armaron barricadas y arrojaron piedras a la policía militarizada de carabineros, que los disolvió usando gases lacrimógenos, cañones de agua y cargas a caballo.
Desde Nueva York, donde participa en la Asamblea General de la ONU, Piñera ha dicho que su Gobierno impulsa "la más grande reforma y ha dispuesto los mejores recursos para avanzar a mejorar la calidad de la educación". Piñera reconoció que la lucha de los estudiantes es una "causa noble" y que "la educación es la madre de todas las batallas".
Los analistas coinciden en que cualquiera sea el resultado de este movimiento, ya hicieron historia. Los jóvenes instalaron en el centro del debate el cambio de la educación gestada en el régimen de Pinochet. "Nuestras demandas llegaron para quedarse", ha advertido Giorgio Jackson, uno de los líderes estudiantiles que encabezó la marcha. "Esperamos que el Gobierno entienda esta señal", ha agregado.
Los estudiantes rechazaron la agenda que propuso Bulnes y pidieron dialogar sobre el lucro en la educación al tiempo de que hicieron cuatro propuestas de las cuales el Gobierno aceptó dos. Mientras el movimiento se rearmaba tras la pérdida de protagonismo de los estudiantes en la agenda noticiosa, por el accidente de un avión en que murieron 21 personas en Juan Fernández y después por la celebración de Fiestas Patrias, Piñera anunció que 70.000 estudiantes iban a repetir porque ya no se alcanzaban a recuperar las clases. Esto alimentó con combustible el movimiento, aunque el Gobierno amplió los plazos para tratar de evitar que los alumnos repitan.
Los estudiantes se han estrellado contra dos obstáculos formidables, lo que explica la duración del conflicto, que supera los cuatro meses. El primero es la negativa de La Moneda a ceder en materia de reformas estructurales, en especial al término del lucro privado en todos los niveles de enseñanza, la demanda más emblemática. Los estudiantes quieren poner término a un sistema que permite que los propietarios privados de muchos colegios básicos, liceos y universidades -no todos- se queden con fondos que reciben del Estado como parte de sus utilidades y no los inviertan en mejorar la calidad de la educación.
El segundo es la incapacidad del sistema institucional para absorber las demandas estudiantiles, a pesar de que concitan apoyo en cerca de 80% de la población, y traducirlas en reformas políticas. La institucionalidad no ofrece rendijas para que el clamor ciudadano se transforme en políticas públicas. Aunque hay pintadas murales que piden un plebiscito para reformar la educación, el mecanismo no existe. El peculiar sistema electoral, que en la práctica garantiza un empate entre mayorías y minorías en el Parlamento, impide lograr los altos quórum que requieren las reformas.


















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