Publicado el 06 de octubre del 2011
“Los estudiantes no han hecho hasta ahora ningún gesto para facilitar las negociaciones; por el contrario, desde antes de bajarse la mesa de diálogo, ya tenían anunciadas nuevas movilizaciones, convirtiendo la mesa de diálogo en un mero trámite con un final previsible”, aseveró el parlamentario.
Acusando una notoria inflexibilidad por parte de los dirigentes estudiantiles de las universidades tradicionales, el diputado de la UDI, Enrique Van Rysselberghe, insistió en la necesidad de dejar de lado demandas que son injustas para gran parte de la sociedad y enfocarse en los reales cambios que la educación nacional requiere.
En esa línea, Van Rysselberghe expresó que “una vez más los dirigentes de las universidades tradicionales han demostrado su nula flexibilidad e incapacidad de asumir su responsabilidad social. Nos parece increíble que los estudiantes pongan como requisito único la gratuidad para los alumnos de las universidades tradicionales. Esto además de ser un privilegio exclusivo y excluyente, representa una medida absolutamente injusta, ya que los ricos serían financiados por los más pobres”.
“Pero también es injusto porque los dirigentes universitarios quieren educación gratis para quienes estudian las profesiones que reciben los sueldos más altos del país y se olvidan de los institutos profesionales, los Centros de Formación Técnica y las universidades privadas que concentran más del 70% de los alumnos”, agregó el diputado.
A juicio de Van Rysselberghe, la postura adoptada por los dirigentes sólo ha empeorado el desarrollo y flujo del diálogo, ya que “los estudiantes no han hecho hasta ahora ningún gesto para facilitar las negociaciones; por el contrario, desde antes de bajarse la mesa de diálogo, ya tenían anunciadas nuevas movilizaciones, convirtiendo la mesa de diálogo en un mero trámite con un final previsible”.
“Lo más inquietante es la tensión extrema a la que quieren someter al país, manteniendo una movilización estudiantil por meses, impidiendo el normal desarrollo del año académico e incluso ejerciendo acciones de fuerza en las universidades y colegios, a través de tomas que impiden a unos estudiar y a otros ejercer su derecho al trabajo”, dijo.
En ese sentido, el diputado gremialista sentenció que “resulta evidente que las manifestaciones tienen como único fin generar un daño político al Gobierno. Tenemos claro que no hay nadie en el país que no comparta el diagnóstico sobre nuestra educación: debemos mejorarla. Sin embargo, parte importante de los chilenos saben que el eje central debe ser la calidad y no la gratuidad”.
“Lamentablemente, la inflexibilidad demostrada por los dirigentes universitarios daña gravemente a la calidad de la educación chilena, tendiendo a acrecentar las desigualdades en desmedro de los más pobres y generando condiciones para que grupos de exaltados sigan utilizando las movilizaciones para generar desmanes y para que organizaciones delictuales promuevan saqueos”, concluyó enfático Van Rysselberghe.
En esa línea, Van Rysselberghe expresó que “una vez más los dirigentes de las universidades tradicionales han demostrado su nula flexibilidad e incapacidad de asumir su responsabilidad social. Nos parece increíble que los estudiantes pongan como requisito único la gratuidad para los alumnos de las universidades tradicionales. Esto además de ser un privilegio exclusivo y excluyente, representa una medida absolutamente injusta, ya que los ricos serían financiados por los más pobres”.
“Pero también es injusto porque los dirigentes universitarios quieren educación gratis para quienes estudian las profesiones que reciben los sueldos más altos del país y se olvidan de los institutos profesionales, los Centros de Formación Técnica y las universidades privadas que concentran más del 70% de los alumnos”, agregó el diputado.
A juicio de Van Rysselberghe, la postura adoptada por los dirigentes sólo ha empeorado el desarrollo y flujo del diálogo, ya que “los estudiantes no han hecho hasta ahora ningún gesto para facilitar las negociaciones; por el contrario, desde antes de bajarse la mesa de diálogo, ya tenían anunciadas nuevas movilizaciones, convirtiendo la mesa de diálogo en un mero trámite con un final previsible”.
“Lo más inquietante es la tensión extrema a la que quieren someter al país, manteniendo una movilización estudiantil por meses, impidiendo el normal desarrollo del año académico e incluso ejerciendo acciones de fuerza en las universidades y colegios, a través de tomas que impiden a unos estudiar y a otros ejercer su derecho al trabajo”, dijo.
En ese sentido, el diputado gremialista sentenció que “resulta evidente que las manifestaciones tienen como único fin generar un daño político al Gobierno. Tenemos claro que no hay nadie en el país que no comparta el diagnóstico sobre nuestra educación: debemos mejorarla. Sin embargo, parte importante de los chilenos saben que el eje central debe ser la calidad y no la gratuidad”.
“Lamentablemente, la inflexibilidad demostrada por los dirigentes universitarios daña gravemente a la calidad de la educación chilena, tendiendo a acrecentar las desigualdades en desmedro de los más pobres y generando condiciones para que grupos de exaltados sigan utilizando las movilizaciones para generar desmanes y para que organizaciones delictuales promuevan saqueos”, concluyó enfático Van Rysselberghe.
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