10 LUGARES COMUNES FALSOS DE LA EDUCACIÓN CHILENA
N° 7: “El hecho de que la matrícula de la educación pública esté cayendo muestra que la particular es mejor”
Publicado: 02.08.2011
Los norteamericanos acuñaron la expresión “votar con los pies”, para referirse a una forma en que las masas expresan su opinión: yendo a un lugar porque les gusta o abandonándolo porque les desagrada. No necesitan decir nada: van y vienen y así “votan”. El concepto se ha usado en Chile para explicar la caída de la matrícula en la educación pública: se dice que la gente está votando con los pies en contra de ella por sus malos rendimientos; y está dirigiendo sus pasos a colegios del sistema particular y particular subvencionado porque serían de mejor calidad. Atria plantea que después de haber juntado a los alumnos más vulnerables en el sistema público, hacer ese tipo de comparación es injusto: lo público no pierde académicamente frente a lo privado. Es lo vulnerable lo que pierde académicamente ante lo privilegiado.
Este lugar común pretende mostrar que el problema de la educación pública es, por así decirlo, interno a ella, es decir, es una consecuencia de alguna cosa que la educación pública hace mal, cuando en realidad el problema de la educación pública es la educación privada.
Para entender esto es conveniente partir notando que la educación se comporta como un bien extraño, algo que los economistas no han reparado. Normalmente, cuando un bien aumenta de precio la demanda por él tiende a bajar, y viceversa. Cuando es gratis, hay sobreconsumo. Por supuesto, el efecto que en la demanda tiene el precio puede ser más o menos “elástico”, pero lo importante es la dirección opuesta que ellos siguen: a mayor precio, menor demanda y viceversa. No ocurre lo mismo con la educación. Mientras más alto es su precio, más demandada es. Cuando es gratis, no sólo no hay sobreconsumo, sino sub-consumo. Es lo que ha estado pasando con la educación municipal notoriamente desde la introducción del financiamiento compartido, en 1993.
Por consiguiente, aunque dos establecimientos fueran exactamente iguales en todas sus características, el hecho de que uno pueda cobrar o establecer condiciones de ingreso y el otro no, tenderá a hacer que lo haga, y si lo hace, lo que ha de esperarse es que los que pueden pagar asistan al primero y los más “vulnerables” vayan al segundo. Este ordenamiento por ingreso se produciría incluso si el sostenedor quema los billetes (o, más plausiblemente, los retira como utilidad) a medida que los recibe. Por el solo hecho de cobrar 5 mil pesos adicionales, aun cuando ese dinero no sea reinvertido en el proceso educativo, el primer establecimiento mejorará sobre el segundo, fundamentalmente porque sus alumnos son menos vulnerables. Evidentemente, en la medida en que una parte de esos 5 mil sean reinvertidos el efecto será más agudo. 5 mil pesos por estudiante no es mucho, pero es algo. Cobrar es asegurar que los estudiantes tenderán a provenir de familias que pueden asumir el compromiso de pagar 5 mil pesos mensuales. Por esto escuelas subvencionadas con fines de lucro puedan obtener utilidades y al mismo tiempo obtener mejores resultados que las escuelas públicas equivalentes.
Permítaseme repetir algo que se ha dicho varias veces, pero que (como lo muestran algunos comentarios) no ha quedado suficientemente claro: lo anterior no implica que los padres actúen de modo “egoísta” o “moralmente” objetable. Tampoco implica que lo que guíe a los padres sea excluir a otros. Lo que guía a los padres es proveer la mejor educación para su hijo. La segregación que resulta no es estrictamente lo que los padres quieren, sino una consecuencia a nivel agregado de sus elecciones.
Así las cosas, ¿qué se puede esperar que ocurra? La respuesta es clara. Es, de hecho, tan evidente y obvia que la pregunta principal ha de ser por qué no se ha notado: todo aquel que se beneficie de separarse de otros que estén peor que él asistirá a un establecimiento educacional que seleccione e impida el ingreso de los que están peor. ¿Y quién quedará en la educación pública? Como la educación pública es la educación que no puede seleccionar, en ella quedarán todos aquellos que no pueden separarse de los que están peor que ellos porque SON los que están peor.
Y una vez que el sistema esté segregado de este modo, por supuesto, los resultados de los establecimientos municipales tenderán a ser considerablemente peores que los resultados de los establecimientos particulares. Entonces aparecerán los “expertos” que empezarán a repetir el lugar común que ahora se comenta: que el hecho de que los resultados del sistema municipal en general sean considerablemente peores que los del sistema particular muestra que el primero es peor, y que las personas “han votado con los pies”.
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