- EDUARDO BITRAN
- Ex ministro de Obras Públicas. Académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Adolfo Ibañez.
El clima de movilización y protestas que vive el país en diferentes ámbitos, tiene una base de sustentación en la percepción bastante generalizada de que el crecimiento económico ha traído beneficios muy desiguales a la población y ha mantenido la inequidad de la sociedad chilena. La población percibe correctamente que la educación es el principal mecanismos de movilidad social y que el sistema imperante en Chile perpetúa las desigualdades. Excluye a los más pobres de la educación superior, ya que la educación básica y media no les permite superar las desventajas que traen desde la cuna. Condena a los sectores medios en su mayoría, a una educación superior cara, de mala calidad y con financiamientos insuficientes e intereses excesivos. Son los sectores acomodados los que acceden mayoritariamente a las carreras más rentables en las mejores universidades a costos más bajos.
El sistema de educación básica que debía corregir las desigualdades, se transformó en el mecanismo de segmentación de la educación por nivel de ingreso más extremo del mundo. En efecto el mecanismo de financiamiento compartido es el principal responsable de la extrema selectividad que existe en el sistema educacional, dejando a los alumnos deprivados socialmente en las escuelas municipales con financiamiento insuficiente, sin posibilidad de beneficiarse de compañeros de diversas capacidades y condiciones socio económicas y con escuelas con serias dificultades de gestión. Estos problemas que mantienen a Chile entre los de peor distribución del ingreso del mundo no se arreglan haciendo gratuita la educación superior. Esto haría peor la distribución del ingreso, ya que los beneficiados serían los estudiantes de los sectores más afluentes. Tampoco se arregla eliminando el lucro en la educación básica y media, ni tampoco en la Universitaria. No obstante, la forma en que interactúa el sistema privado con financiamiento público a los alumnos, con el sistema público de educación a todos los niveles, es perversa y tiende a acentuar la desigualdad de oportunidades.
Los problemas de información y calidad, que llevan a los alumnos a meterse en callejones de formación sin salida, son una señal que la prescindencia del Estado es inaceptable en un ámbito en que el mercado con actores con afán de lucro falla miserablemente. No obstante la estructuración de un monopolio estatal en la educación, como pretenden algunas demandas, es una pésima solución. Acentuará la captura del sistema por los gremios de profesores y grupos de académicos que en ningún caso han tenido como meta mejorar la calidad de la educación o la calidad de la producción científica y formación.
La calidad de la política es el factor que en definitiva determinará si Chile avanza al desarrollo o sucumbe al populismo. Desafortunadamente, las señales son preocupantes, la elección de un gobierno de derecha que ha tenido un comportamiento efectista, populista y errático, ha generado expectativas que han movido a todo el sistema político hacia más populismo.
Estos sectores buscan satisfacer reivindicaciones gremiales, que desafortunadamente impiden mejorar la calidad. Por ejemplo se oponen a la evaluación docente, piden inamovilidad laboral absoluta. Los sistemas de gobierno de las Universidades Estatales, tienen la particularidad que los rectores se deben a los grupos de académicos más numerosos, que son los que en definitiva definen las elecciones. Por tanto es difícil hacer reformas de gestión para beneficio de la misión universitaria. También las restricciones del estatuto jurídico acentúan las dificultades de gestión en este ámbito. Por tanto, aumentar los recursos a las universidades estatales sin modificar los gobiernos corporativos y establecer claros contratos de desempeño para asegurar la generación de bienes públicos es insensato.
No obstante, el sistema político se suma a las demandas estudiantiles, sin discriminar entre los aspectos que se requiere cambiar, de aquellas demandas que son imposibles de satisfacer ya que son simplemente malas políticas públicas desde la perspectiva de la equidad y la eficiencia.
Desafortunadamente, estamos en un periodo de exuberancia populista de la política, que está desbordada por la movilización ciudadana y guiada por el oportunismo miope. También cabe preguntarse por qué se apoya un paro nacional con demandas que en un porcentaje significativo no resisten ningún análisis, cuando además sabemos que históricamente estas convocatorias terminan en intentos violentos por coartar la libertad de trabajo y el deterioro de servicios públicos que solo afecta a los más pobres. La calidad de la política es el factor que en definitiva determinará si Chile avanza al desarrollo o sucumbe al populismo. Desafortunadamente, las señales son preocupantes, la elección de un gobierno de derecha que ha tenido un comportamiento efectista, populista y errático, ha generado expectativas que han movido a todo el sistema político hacia más populismo. La lista de señales complejas del gobierno parte con Barrancones y no sabemos dónde termina. La oposición no lo ha hecho mejor, simplemente sigue a merced de las manifestaciones. Esta es una espiral peligrosa y no vemos los liderazgos ni en el gobierno ni en la oposición, ni tampoco en los nuevos líderes que emergen capacidad de conducir los legítimos descontentos por un camino que nos conduzca efectivamente a dar un paso significativo hacia mayor equidad y también productividad para poder avanzar decididamente al Desarrollo.
http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/08/26/mala-politica-sub-desarrollo-paros-y-populismo/
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