Por Susana Frías K.
En nuestro país, de los dineros que el país invierte en educación superior, el 79% proviene directamente de las familias, mientras que el Estado sólo invierte el 14,6%. Para el ingeniero y doctor en economía, Patricio Meller, “los estudiantes escogen las universidades motivados más por el marketing que por los aranceles”.
De un derecho pasó a transformarse en una gran industria que si no se cuenta con el dinero necesario simplemente no se puede optar por ella. La educación, es actualmente para unos pocos un privilegio, quienes a costa de endeudamientos logran entregarles a sus hijos lo que para ellos fue gratis.
No es casualidad que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), organismo que reúne a los países más desarrollados, ubicara a Chile en los primeros lugares, una vez más. Esta vez, por ser el país con el mayor gasto privado en educación, desde la básica a la superior, y el mayor costo directo para las familias en la etapa universitaria.
Según el informe, "el sistema educacional en Chile, es único entre los países de la OCDE en descansar fuertemente en fuentes privadas y en tener uno de los sistemas privados más grandes". Asimismo, señala que el 2011, "será recordado como el año de las movilizaciones estudiantiles".
Cifras que condenan
El nivel del mercado de la educación es tan alto, que ha llegado a superar a otras industrias como la farmacéutica, estimada en unos 1.700 millones de dólares, y se acerca a las ventas que Falabella realizó en 2009 en toda Latinoamérica, las que llegaron a 6.410 millones de dólares.
El informe de la OCDE sólo viene a confirmar lo que ya sabemos. En la enseñanza básica y media, el 22% del total que se invierte en educación viene de los privados. Es la cifra más alta de los 38 países de la Ocde, después de Corea y el Reino Unido, aunque con diferencias mínimas. En promedio, en la OCDE, el 9% del gasto en educación primaria y secundaria proviene de privados.
En el caso chileno, se trata básicamente de aranceles que pagan los apoderados, en los colegios privados o subvencionados con financiamiento compartido. Según cálculos de Juan Pablo Valenzuela, del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), de la U. de Chile, casi la mitad de esa cifra corresponde al pago de colegiatura de los 210 mil alumnos que estudian en los colegios privados y que corresponden al 7% de la matrícula. Ellos destinan $ 150 mil al mes, en promedio, a aranceles. La otra parte corresponde al copago que realizan los alumnos en colegios subvencionados ($ 20 mil al mes), los que atienden al 40% de los alumnos.
En educación superior, la inversión privada es aún más alta: el 85%. La mayoría es financiada directamente por los bolsillos de las familias. Al igual que en la educación básica y media, el pago va a los aranceles, que superan los nueve mil dólares (los más caros después de EE.UU., donde llegan a 22 mil dólares).
En otras palabras, de los dineros que el país invierte en educación superior, el 79% proviene directamente de las familias, el 6% viene de otros fondos privados y sólo el 14,6% del Estado. En Corea, el otro país con un alto costo privado en educación -77%, en total-, el desglose es distinto: la mitad del financiamiento viene de las familias, un cuarto de otras fuentes privadas y el 22% del Estado. En promedio, en la OCDE siete de cada 10 dólares invertidos vienen del Estado y sólo tres de privados.
Frente a la discusión que se ha dado por la calidad en la educación, el informe da cuenta que en nuestro país, lograr mayor nivel educacional no implicaría menor desempleo.
"En los países de la OCDE en 2009, un promedio del 6,9% de los hombres con una educación secundaria general estaban desempleados, y el 4,1% de los hombres con un título de educación superior estaban desempleados. En Chile, no obstante, alcanzar mayores niveles educacionales no necesariamente protege contra el desempleo: las tasas de cesantía son menores entre adultos que no tienen una educación secundaria superior y mayores entre adultos que tienen un grado de educación superior vocacional/técnico", sostiene el documento.
El costo de lo gratuito
Desde que se iniciaron las marchas hace cuatro meses, el tema central ha sido poder ejercer un plan para que los jóvenes chilenos puedan acceder a una educación gratuita. La principal alternativa, propuesta por los dirigentes estudiantiles, para financiarlo era una reforma tributaria a la que el gobierno se negó rotundamente, pese a las diferencias en el oficialismo.
Pero ¿cuánto es lo que se debe invertir? Según un estudio del grupo Nueva Economía la educación pública gratuita se financiaría con US$3.500 millones en recursos fiscales al año, incorporados de forma permanente en el presupuesto nacional, "de los cuales US$ 1.900 millones se destinarían a las universidades del Consejo de Rectores y US$1.600 millones al sistema de educación escolar", señala el estudio.
Esta cifra representa más del 15% del PIB nacional y equivale un poco menos a los excedentes obtenidos por Codelco durante el primer semestre de este año.
La propuesta de Nueva Economía, indica que los US$3.500 millones se financiarían con un ajuste de la actual regla fiscal, "a un déficit estructural de 2% en lugar del 1% en aplicación por este gobierno. Esto representa un monto aproximado de US$ 2.200 millones".
Además, plantean cambiar la Ley Reservada del Cobre, "manteniendo un 5% de las ventas para las Fuerzas Armadas y orientando un 5% para la educación. Esto representa aproximadamente US$ 800 millones, que quedarían disponibles para financiar los requerimientos educacionales".
Los recursos faltantes se reasignarían del presupuesto nacional, "de la misma forma que lo realizó el gobierno para el terremoto del 27 de febrero de 2010, una suma de US$ 500 millones, poniendo énfasis en el área de educación".
Mientras que para el financiamiento a mediano plazo, el estudio sostiene la necesidad de implementar "una reforma tributaria que asegure el financiamiento de la educación pública gratuita", la que también debería financiar cambios en los sistemas de salud y de previsión social.
El poder del marketing
El ingeniero y doctor en economía, Patricio Meller, en su libro titulado "Universitarios ¡el problema no es el lucro es el mercado!", desglosa una serie de tristes récords de la educación superior chilena. Uno de ellos es que el costo de las universidades en nuestro país es el más alto del mundo: 41% del PIB per cápita, que también encabezó la Comisión de Equidad durante el gobierno de Michelle Bachelet.
El libro del economista de Cieplan explica también el récord del aumento de los aranceles, que crecieron 60% sobre UF en doce meses. El escrito, plantea además otros puntos importantes sobre el actual debate respecto al lucro en la educación, por ejemplo, que un hijo universitario implica un gasto superior al 40% del ingreso familiar de los tres menores quintiles de ingresos; y que además, los universitarios chilenos tienen el mayor endeudamiento de todos los países, ya que la relación deuda total vinculada al financiamiento del costo de la universidad, respecto del ingreso anual como profesional, es de 174%.
Para el economista, "los estudiantes escogen las universidades motivados más por el marketing que por los aranceles".
"Si se eliminaran las universidades con fines de lucro no se está resolviendo el problema de que el resto de las universidades están cobrando aranceles altos y además que crecen a una tasa bastante elevada, más de un 5 por ciento real anual", aseguró a radio Cooperativa.
El director de programas del Cieplan añadió que "los estudiantes no están entrando porque los aranceles sean bajos, sino porque (la universidad) tiene cierta imagen que se la puede dar la estrategia de marketing".
Educación de alternativas
Para el director del Centro de Estudios Públicos (CEP), Arturo Fontaine, uno de los problemas fundamentales que hoy tiene la educación que se les entrega a los secundarios, es basarse en pruebas de opción múltiple (alternativas) en vez de desarrollo.
Ejemplifica con el Simce y la PSU, diciendo que los colegios tienden a generar cambios en su enseñanza en función de estos indicadores: "Pierden importancia relativa los ramos que no se miden en beneficio de los que sí se miden (...) Como las pruebas de lenguaje, matemáticas y ciencias son de opción múltiple, las pruebas del colegio se van transformando cada vez con mayor frecuencia en pruebas de opción múltiple".
Eso implica, a juicio de Fontaine, que los colegios "abandonan su tarea educadora y se transforman, sin quererlo, en meras instituciones de adiestramiento para rendir determinadas pruebas".
Explica que muchos de los países de alto rendimiento en las pruebas PISA (Finlandia o Singapur) "no ocupan pruebas de opción múltiple sino que problemas de desarrollo y breves ensayos para evaluar a los alumnos".
Y sentencia: "Con las pruebas estandarizadas, como profesor, no puedo aprender en qué se equivocan mis alumnos. En una prueba de desarrollo a menudo uno comprueba si la estrategia estaba correcta y los errores eran menores, o no. La prueba de alternativas no permite discriminar entre ambas situaciones".
http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20110930/pags/20110930123924.html
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